una risa,
mis seteinta y tantos años aquí,
las líneas de la mano
que sin ver viste
donde caminamos sin rumbo
y aproveché tu cuerpo joven
sin temor al cáncer
donde las lecturas de tus ojos
si se ejecutaron
sin el miedo,
sin el miedo,
de haber perdido el presente
porque aqui,
después de todos estos años
elegí estos momentos,
en el paraíso del amarillo crepúsculo
se cierra la puerta,
muerdo tu cuello,
como ácido benzozoico
los demás hablan en la cocina.
naturales.
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