subo
sumergiendome en un numero erróneo
apostando las últimas fichas
a la máquina retorcida de este juego
que ya no se ha de llamar juego,
que si, que no
-peleamos-
ires y venires
con la lengua acalambrada entre tus piernas
-en el sueño de tus piernas-
hice una especie de magia,
pronuncié silenciosamente,
un poderoso maleficio maya
tragando saliva
desterré de ti una fruta nueva
-es por eso-
digamos que es por eso
que te desapareciste en esas ciudades
que bien recorriste y que inventé para tí
caíste en cada una de mis trampas
y ya estaba todo hecho
mi cuerpo moreno
ha perdido sus fuerzas
en el tuyo ocultando los residuos
de aquella nada parecida al barro
en que nos creamos uno al otro
los ojos del tiempo han tardado en pestañear
aguando tubos fluorescentes
en los encandilados subterfugios
que inventados,
para con contra bajo ante y para
ti, nada más que para ti.
ahora una vez liberada de la escena del crimen
vuelves como luciérnaga amazónica
-pelo revuelto-
a sacudirte en la memoria
como si no fuera, como sino hubiese pasado un siglo, miro el calendario
y una semana en que las pipetas y tubos de ensayo
corroboran empíricamente que
ha comenzado
el rigor mortis
la cianosis.
ya casi no puedo moverme,
--mi amor--
deja de levantar la alfombra.
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